sobre mi.


Hola, soy “El Vasco”: tatuador, músico, productor, filmmaker… en definitiva, artista autodidacta y multidisciplinar.

Desde niño sentí ese impulso irrefrenable por crear. Robaba la Handycam de mi padre para grabar historias con mis muñecos y le pedía a mi madre que me “castigara” en mi cuarto, solo para poder dibujar en paz durante horas.

Todo cambió un verano del 93 o 94. Mi primo trajo un casete llamado «Kañera de la hostia, Vol. II», y ahí estaba: “Fucking Hostile” de Pantera. Fue como una epifanía. Poco después, abrieron una tienda de instrumentos en mi pueblo, y empecé a soñar con sonar como esa gente del casete.

Mi primera guitarra llegó gracias a mi padre. Me apunté a clases, pero la teoría me abrumaba. Yo necesitaba tocar. Aprendí por mi cuenta, rebobinando casetes una y otra vez para sacar de oído los riffs de Metallica y Nirvana.

A los 14 años nos mudamos a Chile, donde el cambio cultural me abrió la mente y conocí a músicos que me influenciaron muchísimo. Cuando regresé a España con 18, empecé mis propios proyectos: guitarrista, bajista, cantante… He pasado por infinidad de bandas, desde el metal más clásico al más extremo. Llegué a tocar en grandes festivales, grabar por Europa y firmar con un sello inglés.

Cuanto más me metía en la música, más necesitaba entender el sonido. Estudié técnico de sonido, trabajé en estudios y directos, y eso me llevó a una productora audiovisual de publicidad. Aprendí de los mejores: cámaras, DOPs, directores… absorbía todo lo que podía.

Esa experiencia la volqué en mis proyectos musicales: aprendí edición con Final Cut y Premiere, VFX con After Effects y Nuke, y color grading con DaVinci Resolve. La necesidad de expresarme no paraba de crecer.

Fue entonces cuando entró el tatuaje en mi vida. Esperando el nacimiento de mi hija, mi pareja (tatuadora) me prestó una máquina de bobinas rota. Investigué, la arreglé y empecé a tatuar directamente sobre piel. Desde siempre me había atraído este mundo: de adolescente ya me llenaba los brazos de tinta a boli soñando con tatuajes.

Me formé con Black Prada, quien me acogió como aprendiz, y luego viajé a Suiza para aprender con los Wilson, discípulos de Taku Oshima. Con ellos aprendí a ajustar máquinas de bobinas, crear mis propias agujas y a entender el tatuaje como un arte con alma, técnica y tradición.

Hoy sigo explorando. He vuelto a la música desde otro enfoque: los sintetizadores analógicos me han permitido dirigir mi propia orquesta sin necesidad de una banda. Sigo dibujando, pintando, componiendo, filmando. En cada trazo, cada frame y cada beat, intento entender quién soy y hacia dónde voy.

Este no es un porfolio cualquiera. Es mi camino, una bitácora de aprendizaje a través del arte, la experimentación y la búsqueda constante de sentido.

Proudly powered by WordPress